Los investigadores se propusieron perfeccionar el experimento de Miller y Urey del año 1953, la primera comprobación de que se pueden formar espontáneamente moléculas orgánicas a partir de sustancias inorgánicas simples en condiciones ambientales adecuadas.
En aquel entonces, en el experimento se usó agua, metano, amoniaco e hidrógeno. La prueba incluía también el vapor de agua que pasaba a través de unas descargas eléctricas que simulaban relámpagos.
Una vez realizado el experimento, los investigadores descubrieron que la solución contenía sustancias como cianuro de hidrógeno y formamida —derivado del ácido fórmico—. La formamida es capaz de formar guanina, base nitrogenada que es parte de uno de los nucleótidos del ADN y ARN.
Además, se detectó la propia guanina, el uracilo, la citosina, la adenina, la urea y el aminoácido glicina.
El ARN está compuesto de cuatro nucleótidos, al igual que el ADN. De acuerdo con la hipótesis del mundo de ARN, estos compuestos habían existido mucho antes de la aparición de la primera forma de vida y eran capaces de copiarse, reproducirse y evolucionar. Al final, se convirtieron en la base de las células.