El equipo de expertos de la Universidad de Edimburgo realizó pruebas genéticas a italianos, que se distinguen más que otras naciones por su amor por el café y consumen entre cinco y seis tazas diarias, frente al consumo habitual europeo de una taza y media.
Así, al hacer unos análisis de sangre tanto de las personas adictas al café como de aquellas que no lo toman, los especialistas estudiaron varias mutaciones pequeñas en los genes de ambos tipos de individuos para determinar si estas influyen en la predisposición a tomar café.Los resultados revelan que todas las mutaciones se encuentran en el sexto cromosoma dentro del gen PDSS2, el cual, según los científicos, reduce la capacidad del cuerpo humano para descomponer la cafeína. De esta manera, el gen provoca que la cafeína permanezca más tiempo en la sangre, lo que, por su parte, anula el deseo de tomar más café.
No obstante, los científicos concluyen que aún se necesitan más estudios y con un mayor número de personas para confirmar los descubrimientos y aclarar la relación entre el gen PDSS2 y el consumo de café.
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