El grafito se usó para moderar el flujo de neutrones en los reactores generadores del plutonio militar y también en los de las centrales atómicas de primera generación de diversos países.
Actualmente, el reciclaje del grafito radiactivo es una de las tareas clave que se debe cumplir para detener la producción en estos reactores.
"El método de enterrar residuos radiactivos en el lugar mismo del funcionamiento del reactor resulta eficaz para los reactores de uranio y grafito que se usaron para fabricar plutonio militar, pero no sirve para enterrar los reactores energéticos, en que se acumulan miles de toneladas de grafito", refirió Bespala.
El entierro del grafito sin reciclaje supone colosales gastos, pero la instalación que se desarrolla en el siberiano Centro Séversk (forma parte de la corporación Rosatom) permitirá bajar la actividad de los radionúclidos y abaratar mucho este proceso.
El método consiste en calentar el grafito hasta más de 3.000 grados en plasma de baja temperatura, lo que provoca su evaporación y la sucesiva sedimentación.