Hay heridas que no cicatrizan, como relata la parábola del hijo que respondía con rispidez a su padre, hasta pedirle un día, al fin, que lo perdonara. El padre buscó una tabla llena de clavos: cada uno representaba un encontronazo entre ellos. Los clavos pueden quitarse —le dijo— pero el hueco queda.
Los abuelos que lloraban al pensar que los suyos se resquebrajaban junto con las fronteras, o más allá de ellas. Los catalanes que se sentían protegidos por sus Mossos d'Esquadra hasta que irrumpió la Guardia Civil. Las pugnas entre partidos independentistas y unionistas, que ya habían pasado de discusiones en redes sociales a la sobremesa de muchas casas.
¡In-de… Independència!
Hasta los clásicos partidos de fútbol entre los equipos más representativos de ambas regiones: Barcelona y Real Madrid, se habían llenado de gritos, y no de los jugadores, al calor de los 90 minutos de juego. Gritos de defensores y detractores del independentismo catalán.
¡In-de…Indepèndencia! Gritaban los catalanes y desplegaban esteladas. Cada cual se amparaba en su himno, entonado a todo pulmón:
Tot el camp (Todo el campo) es un clam (es un clamor) som la gent Blau Grana (somos la gente azulgrana) Tan se val d'on venim (no importa de dónde vengamos) Si del sud o del nord (si del sur o del norte) ara estem d'acord (eso sí, estamos de acuerdo) estem d'acord (estamos de acuerdo) una bandera ens agermana. (una bandera nos hermana.)
Y los del Barça no se referían precisamente a la bandera española.
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¡Hala Madrid!, ¡Hala Madrid!, ¡Hala Madrid! Enemigo en la contienda, cuando pierde da la mano sin envidias ni rencores, como bueno y fiel hermano.
Como hermanos no se trataron, fuera del campo, españoles y catalanes, este primer domingo de octubre.
'A por ellos'
Los gritos de '¡A por ellos!' con la que algunos despidieron a la Guardia Civil en ciudades como Huelva, se convirtieron, horas más tarde, en gritos de terror. '¡A por ellos!' Como quien manda un perro a la cacería. Como quien se va a la guerra contra el enemigo.
La Cibeles, símbolo de la capital española, debió llorar más que en aquella metafórica canción de Joaquín Sabina: "…quedó un taxista que pasaba/ mudo al ver como empezaba la Cibeles a llorar".
La unidad que se vivió tras el 17 de agosto, luego del ataque terrorista a La Rambla de Barcelona, se rompió en añicos desde que quisieron etiquetar el dolor: dolor de España, dolor de Cataluña… como si una denominación hiciera que doliera menos. Este primer día de octubre de 2017 el dolor lo invadió todo: España/Cataluña, o Espanya/Catalunya. Dolor.
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