Llegué a su humilde casa en Cabo Rojo, al occidente de Puerto Rico, acompañado de mi amigo Antonio Gaztambide-Geigel cuando preparaba mi tesis de maestría en la que me propuse demostrar que el estatus colonial de la isla borinqueña era incongruente con el mundo de fines del siglo XX. Eso fue el 26 de julio de 1998. El día anterior se había cumplido el primer centenario (y espero que el último) del inicio de la ocupación de Puerto Rico por Estados Unidos.
Sobre esto hablé con Rafael, quien se negó a que lo tratara de usted, exigiéndome que lo hiciera por su nombre. Así, se originó una larga y portentosa entrevista —que permanece inédita— de la que he extraído algunas pocas ideas, muy pocas en realidad, para rendir homenaje —con sus propias letras— a uno de los más grandes revolucionarios del siglo XX en Nuestra América irredenta. He aquí las palabras de Rafael Cancel Miranda:
Primero, visualizo lo de ayer como un triunfo moral por parte de las fuerzas independentistas, había que ver a los miles que estuvimos ahí en defensa de la independencia y en contra de la invasión de nuestro país. Para mí, esto demostró un triunfo moral sicológico del pueblo puertorriqueño, que pese a 100 años en los que ellos [Estados Unidos] han usado todos los medios para controlarnos, manipularnos, engañarnos, despersonalizarnos y desnaturalizarnos, todavía haya miles de puertorriqueños y puertorriqueñas que confiamos en nuestra capacidad a ser libres.
Para mí, fue una victoria ver tantos miles, sobre todo jóvenes que son tan vulnerables a la propaganda de la asimilación y de la negación del ser. Fue aleccionador ver tantos jóvenes con expresiones verticales y hasta agresivas de su puertorriqueñismo, de que no vamos a morir, que estamos de pie. Para mí fue un triunfo estar allí, recordando cuando yo de niño —en esta fecha— iba con mi papá a Guánica y los que estábamos ahí cabíamos en un carro. Ayer, el pueblo puertorriqueño obtuvo una victoria de su espíritu.
Ese es el lado del puertorriqueño que no ha perdido su identidad y su ser, que no lo han podido deformar. A muchos sí los han deformado, podía ver a unos cuantos metros de nosotros a las fuerzas anexionistas. Cualquier pueblo del mundo que haya pasado por el estado de coloniaje que vivimos los puertorriqueños, es natural que existan esas fuerzas: las fuerzas patrióticas que reafirmen su ser, la fuerza que se asimila y se rinde ante el invasor y su poder y las fuerzas ambivalentes que no están "ni con Dios ni con el Diablo", que quieren estar con los dos. Esto sucede en cualquier país del mundo que haya sido una colonia, no solo en Puerto Rico.
Pero el llamado poder invisible, ese que siempre está ahí, el de las multinacionales, el del complejo militar industrial que son los que controlan el poder en Estados Unidos, son los mismos que controlan a Puerto Rico. Son ellos los que hablan de plebiscito, entonces el que observa desde afuera dice: "¡Que gente más democrática, linda hablando de plebiscito, para que el pueblo decida". Lo que no se dice es que ellos controlan todo en nuestra nación.
Si tú quieres venir a Puerto Rico, ¿a quién tienes que pedirle la visa?, ¿a los puertorriqueños, a mí, a ti, a Pedro Pérez? No, a los yanquis. Y cuando entras por el aeropuerto, ¿quién está?: la Inmigración de Estados Unidos es la va a fiscalizar tu entrada en nuestro país. Incluso los puertorriqueños tenemos que pasar por su inspección para entrar o salir de nuestro propio país. Yo no te puedo invitar a mi propio hogar. Ellos, los gringos son los que tienen que dar el permiso. Bajo este control total es que se realizará el plebiscito por eso es falso, porque si ellos tienen ese control total y absoluto, pueden incluso someter la psiquis de miles de puertorriqueños.
El diablo encarnó en Saddam Hussein, porque adoctrinaron al pueblo —a través de los medios de comunicación— señalando que había que odiar a Saddam Hussein para así usar a los hijos del pueblo puertorriqueño en esa guerra, los enviaron a morir en el golfo Pérsico. Es como si murieran venezolanos en Bosnia, obligados por el Ejército norteamericano o por la miseria de muchos porque aquí, en esa "gloriosa convocatoria" más del 50% de nuestra gente se vio obligada a acudir so pena de dejar de recibir los cupones de alimentos que da el Gobierno de Estados Unidos a los más humildes, como mecanismo de coacción y control.
Morimos y matamos para proteger ese capital. Esa es la función que Estados Unidos le ha asignado a Puerto Rico. Usan nuestro territorio para agredir a países hermanos. Desde aquí agredieron a Granada, a Santo Domingo, aquí estaban preparando y entrenando comandos para atacar en Nicaragua junto a la contra. Mientras Puerto Rico sea una fortaleza militar norteamericana, donde ellos controlan no solo política y la economía, sino incluso la mentalidad de los ciudadanos, tu país y toda América Latina y el Caribe estará amenazada.