Una rivalidad histórica, política y económica existe entre ambos países. Cualquier chispa puede iniciar el conflicto entre los dos gigantes asiáticos:
1. Danza de dragones
Un grupo de ultranacionalistas nipones se interna en varias islas, y proclaman que son japonesas. La intervención del 'dragón chino' no se hace esperar: infantes de marina chinos desembarcan en las playas de las islas Senkaku y consiguen expulsar a los provocadores.
China prepara sus tropas, lanzando una ofensiva diplomática para evitar la intervención de EEUU y obtener una compensación nipona. El 'dragón japonés' está convencido de que EEUU va a respaldarle en caso de guerra, pero Rusia indirectamente insinúa que, si las fuerzas estadounidenses atacan a China, enviará a su tropas al Pacífico, desencadenando la III Guerra Mundial.
Tras varias reuniones tensas en la ONU y amenazas veladas entre EEUU y Rusia, se decreta una zona de exclusión en torno a las islas Senkaku, de 300 millas náuticas (como se hizo en las Malvinas). Los combates solo podrán librarse en esa franja y no podrían realizarse asaltos contra el territorio de China ni de Japón.
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Parece una victoria diplomática nipona, ya que su marina y su aviación son más avanzadas que la de China, pero los chinos esconden varios ases en la manga.
2. Odio ancestral
El Ejército de Autodefensa de Japón no pierde el tiempo e instala varios sistemas antiaéreos Patriot. Además, cinco fragatas con el sistema AEGIS establecen un perímetro antiaéreo en toda la isla. Decenas de destructores y el buque estrella de la armada japonesa, el JDS Izumo, se asientan en el área.
Pero el Ejército de Liberación Chino no va a atacar de frente, cosa que supondría decenas de miles de muertos para sus fuerzas.
Apuntan cientos de misiles balísticos DF-31, DF-31A y JL-2, y lanzan un ataque de saturación contra las islas Senkaku. La mayoría de los proyectiles es interceptado por las defensas japonesas, pero algunos tocan tierra, abatiendo a 50 soldados nipones y destruyendo dos sistemas Patriot.
En medio de la confusión, tres misiles DF-21D 'asesinos de portaviones' se dirigen hacia los buques nipones. Dos de ellos fallan el objetivo, pero uno alcanza al buque JDS Izumo, atravesando su casco a velocidad hipersónica y causándole graves daños. El barco queda fuera de combate.
La respuesta no se hace esperar. Al día siguiente se lanza otro ataque de saturación de misiles balísticos contra las islas, acompañado de una ofensiva aérea de cazas J-20. Japón, con sus cazas F-15 y sus navíos, detiene gran parte de la ofensiva, pero sufre numerosas pérdidas.
Japón consigue frenar cada uno de los ataques chinos, pero el desgaste que está sufriendo hace que, a largo plazo, sea incapaz de mantener la posesión de las islas Senkaku.
3. Yen vs. yuan
China combina su ofensiva militar con un ataque económico sobre el yen, junto con la nacionalización de varias empresas niponas en el país.
Japón adopta una medida desesperada: nacionaliza y se apodera de los activos de las compañías chinas en el país, que suponen el 20% del PIB chino. El gigante asiático sufre un golpe terrible, pero tiene activos y deuda pública en todo el mundo, lo que le permite suavizar los efectos de la medidas niponas.
China va ganando: no solo los combates, sino también la 'guerra del álgebra'.
4. Derecho histórico
Las islas Senkaku las descubrió un explorador chino, Chen Kang, en 1532. Dos siglos y medio después, en un mapa japonés realizado por Hayashi Shihei, se muestra que las islas pertenecen a China. En varios mapas españoles de la época, elaborados en Filipinas, lo pone también, al igual que las islas Spratly.
En el campo de batalla, los soldados chinos luchan con más fiereza y con un ímpetu superior, la legitimidad y la justicia los avala. Además, el pueblo chino se alza en apoyo de sus héroes, mientras que los soldados japoneses son rechazados en su propio país. El pueblo nipón quiere la paz y no una guerra sangrienta.
5. Islas Diaoyu
La combinación de una guerra de saturación con una embestida económica hace que Japón se de cuenta de que la guerra está perdida.
Sin el apoyo de EEUU, el riesgo de una crisis económica y con cientos de soldados muertos, Japón decide aceptar las propuestas chinas y capitular. Es la mejor solución que podían adoptar.
Las islas Senkaku vuelven a su legítimo dueño y pasan a llamarse Islas Diaoyu.
Y lo más importante, los agravios que existían entre ambos pueblos desde la II Guerra Mundial han quedado zanjados. Una nueva era de relaciones entre ambas naciones se abre paso.
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