En la provincia de Laghman, en el este, la detonación mató a seis niñas que estaban jugando con un proyectil de mortero dejado por los talibanes.
En otro incidente, en la provincia meridional de Zabul, cuatro civiles perdieron la vida después de que auto tropezara con una mina.
La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (Unama), en su informe semestral, dio cuenta de 1.692 civiles muertos entre el 1 de enero y el 30 de junio —más que en cualquier otro período comparable del último decenio— y 3.430 heridos.
El número incluye 363 niños muertos y 992 heridos de enero a junio, un incremento del 15% en relación con el mismo período de 2017.