"Parece ser que las declaraciones [de Juster] tienen mucho que ver con el apretado calendario de reuniones de la delegación tibetana que encabeza Baima Wangdui, el secretario del comité del partido de la ciudad de Lhasa —centro administrativo de la región autónoma del Tíbet—", señala Karnéyev.
Las relaciones entre Washington y Pekín no pasan, de ninguna de las maneras, por el mejor momento. La administración estadounidense está viendo que la ocasión es idónea para presionar a China todo lo posible. De ahí que EEUU vea conveniente mantener el contacto con el líder religioso, añade Karnéyev. Los planes de EEUU perjudicarán seriamente la cooperación en materia económica y política entre ambos países.
"China reaccionará con dureza si Estados Unidos intenta reanudar el contacto con el dalái lama o fortalecer los lazos políticos a través de estos contactos", asegura el politólogo.
"Hay que recordar que Washington ya está adoptando medidas para poner trabas a los acuerdos comerciales y avivar el conflicto con Taiwán. La carta de la cuestión tibetana ya la jugó Estados Unidos en el pasado para estorbar a China", subraya el politólogo.
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Y recuerda, en concreto, cuando invitó al dalái lama a la Casa Blanca en 2014. Por una parte, Estados Unidos todavía tiene ganas de buscarle las cosquillas a China, pero por el otro "EEUU entiende perfectamente las líneas rojas del gigante asiático".
"No pueden ir en contra de los principios fundamentales de China y desafiar a Pekín directamente en el Tíbet", explica.
La cuestión tibetana siempre ha sido motivo de inestabilidad en la relación entre China y Estados Unidos. A raíz de una serie de documentos de la CIA desclasificados a finales de la década de los 90, se supo que parte del presupuesto estadounidense de entonces se dedicó a financiar al Dalai Lama y, a la vez, las operaciones militares de los rebeldes tibetanos hasta 1951.
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