El proyecto de la aeronave, apodado H-20, lleva ya una década en marcha: en 2008 comenzaron las obras en el Instituto de Diseño e Investigación de Aeronaves de Shanghái (SADRI, por sus siglas en inglés). No obstante, la confirmación formal del desarrollo tuvo lugar solo en 2016.
La meta principal de los diseñadores es reducir la visibilidad del bombardero para los radares, todo al cumplir con las exigencias de tener un largo radio de acción y alta capacidad de carga útil.
El diseño revelado parece estar conforme con el entendimiento moderno de las aeronaves furtivas, dotadas con la tecnología 'stealth':
EEUU y Rusia ambos poseen bombarderos estratégicos modernos además de una flota de aeronaves de generaciones anteriores mientras China solo tiene el avión H-6, una derivación del Tu-16 soviético fabricado bajo licencia.
Tanto Moscú como Washington ya están desarrollando nuevos bombarderos estratégicos: el Tupolev PAK DA y el Northropp Grumman B-21, respectivamente.
En este sentido, la publicación de las primeras imágenes del H-20 chino, a pesar de un alto grado de secretismo alrededor de su desarrollo, buscaría también demostrar que Pekín no es un observador pasivo en la metafórica 'carrera' de los futuros bombarderos estratégicos.
Así, las tres emplearán tecnologías 'stealth' (en particular, la configuración de un 'ala voladora') en vez de apostar por la velocidad supersónica y portarán armas de largo alcance, tanto convencionales como nucleares.
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