La presencia de misioneros cristianos en Corea del Norte empezó a principios de los años 90 del siglo XX tras dos viajes de Billy Graham, un pastor evangelista estadounidense, que se entrevistó con el entonces líder del país, Kim Il-sung —abuelo del mandatario actual, Kim Jong-un—.
Siguiendo la estela de aquellos primeros misioneros, Chris Rice viajó recientemente desde el estado de Carolina del Norte hasta Corea del Norte, donde supervisó la entrega de 53 toneladas de pavo y habas de soja destinadas a orfanatos norcoreanos.
Fotos: Corea del Norte, a través de los ojos de un extranjero
En Pyongyang, Rice coincidió con Stephen Linton, otro misionero de 67 años de edad de la fundación Eugene Bell. Ambos justifican su trabajo en Corea del Norte con el precepto bíblico de "amar a tus enemigos". No obstante, no solo ellos entregan ayuda humanitaria a la nación asiática. Otros grupos estadounidenses como el Comité Americano de Amistad Cuáquero, la iglesia de Cristo de los santos de los últimos días o el Comité Central Menonita, entre otros, también actúan en la zona.
"Encontrar la paz significa tener el coraje de ir a hablar con el enemigo y desear ser criticado por ello", afirma Rice en declaraciones al medio.
Sin embargo, otros grupos cristianos estadounidenses creen que no hay que ayudar a Corea del Norte de ninguna de las maneras. "Este dinero va a ir directo a los bolsillos del régimen [norcoreano]", afirma Nancy Purcell, una activista cristiana que viajó a Corea del Norte con una ONG en el año 2000.
Ajeno a la polémica, Linton resume su objetivo en el país asiático: "Estamos aquí por nuestro amor a Jesús y nuestro deseo de hacerlo conocido a él y a su amor entre las gentes de Corea".