Ya en noviembre de 2017, Walker y el presidente de la empresa estatal Alaska Gasline Development Cop., Keith Meyer, firmaron en la capital china un acuerdo para explotarlo. Lo hicieron en presencia del líder chino, Xi Jinping, y del presidente estadounidense, Donald Trump. La empresa estadounidense Sinopec, el fondo estatal China Investment Corp. (CIS) y el Banco de China también figuraron en el acuerdo.
Sin embargo, el documento que han firmado Estados Unidos y China no conlleva obligaciones de ningún tipo para ninguna de las partes debido a la complejidad de un proyecto que lleva retrasándose durante años, como explica a Sputnik el experto en China Alexéi Grómov.
"Este proyecto hace mucho que no se toca porque sus beneficios económicos no estaban claros. Los inversores estadounidenses lo dejaron al final del cajón todo el tiempo que pudieron porque, bajo las condiciones económicas de las que goza estos días el mercado del gas, incluso cuando se trataba del mercado asiático de lujo el coste de producción en Alaska era bastante elevado".
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Por eso, cuando China expresó su interés por colaborar con la empresa estadounidense, el país norteamericano lo calificó de "un gran éxito diplomático de Donald Trump". El analista no subestima los acuerdos que ya se cerraron durante la segunda mitad de 2017, cuando ya se negoció la explotación de los depósitos de gas de Alaska y la producción de gas natural licuado que poder exportar al gigante asiático en el futuro. Es cierto que China todavía no ha decidido dónde invertir y que por ahora solo ha mostrado su predisposición a participar en el proyecto, por lo que "todavía es pronto para decir que los socios chinos están plenamente involucrados en el proyecto".
"Que China al final decida participar en el proyecto dará un nuevo impulso al mercado del gas natural chino. Algo que va en la línea de la estrategia general de China de comprar más y más gas en el mercado mundial. China ocupa el segundo lugar del mundo en importaciones [de este carburante] detrás de Japón. A largo plazo, esperamos un aumento constante en la compra de gas natural licuado en el país", añade Grómov.
Desde 2011, el gigante asiático es el socio comercial más importante de Alaska por volumen de exportaciones. Sin ir más lejos, en 2016 ese volumen fue de 1.180 millones de dólares. El gobernador del estado ha reconocido que las exportaciones estadounidenses a China se han convertido en un obstáculo en la relación comercial de ambos países, y también, que Alaska tiene lo que China necesita.
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"El presidente de EEUU, Donald Trump, practica una política de aislacionismo y de proteccionismo comercial que resulta perjudicial para las relaciones con China. Alaska y California, entre otros estados, desean apostar por los contactos económicos con China (…) El desarrollo [de esta cooperación] permite a ambos países minimizar las consecuencias de las desavenencias comerciales a nivel interestatal".
Los planes de China en Alaska llegan pocos días después de que se supiese que el gas chino no era suficiente para abastecer a todo el país, por lo que China debería abastecerse más del que le compra a Rusia si quiere hacer frente al crecimiento que están experimentando muchas de sus regiones. Y es que el consumo de gas natural en el gigante asiático no ha hecho más que aumentar durante los últimos años, sobre todo, por la aceleración de su economía y, por ende, la necesidad de consumir más hidrocarburos para responder a la demanda.
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