Desde el 25 de agosto más de 600.000 musulmanes rohinyás, tras una ola de violencia, huyeron a Bangladés, según estimaciones de la Organización Internacional para las Migraciones.
"Resulta imprescindible utilizar cualquier posibilidad para poner en acción los esfuerzos de la ONU en calidad de intermediario, y exigir una participación constructiva del Gobierno y de los representantes de todas las nacionalidades y de las minorías de Birmania, en la solución de ese viejo y complicado conflicto", destaca la Cancillería rusa.
Según el documento, la comunidad internacional también debe ayudar de forma constructiva a resolver la crisis en el país asiático.
La Cancillería rusa subrayó que la situación en Rakáin "en general" resulta actualmente estable, y las autoridades del país emprenden medidas para crear condiciones normales de vida en Birmania para representantes de todas las nacionalidades.
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El estado de Rakáin es epicentro de la crisis humanitaria de los rohinyás musulmanes, una minoría a la que el Estado birmano considera apátrida.
En respuesta el Ejército de Birmania inició una operación militar.
Los defensores de derechos humanos califican las acciones del Gobierno birmano de genocidio.