El Larga Marcha-5 tiene un diámetro de 5 metros y un peso de despegue de 869 toneladas, lo que lo convierte en el cohete más pesado hasta la fecha en Asia. Además, utiliza hidrógeno, oxígeno y queroseno en vez de combustibles hipergólicos y tiene propulsores auxiliares criogénicos.
El gigante es capaz de poner en órbita baja hasta 25 toneladas, y 14 toneladas en una órbita de transferencia geoestacionaria, superando al resto de los vehículos espaciales de la familia Larga Marcha. Por lo tanto, el aparato ha entrado en la misma liga en la que juegan los cohetes Protón-M de Rusia, Delta IV de EEUU y Ariane 5 europeo.
El Larga Marcha 5 ya está predestinado a convertirse en el componente clave del programa espacial de China. Pekín aspira a tomar la delantera en la carrera espacial y el cohete permitirá al país asiático poner en órbita los módulos de su futura estación espacial, de unas 20 toneladas de peso cada uno.
La entrada definitiva en servicio del Larga Marcha 5 está prevista para el año 2018.