Atraídos por los 'cantos de sirenas' y las promesas de buenos salarios, cinco hombres y dos mujeres de Camboya tomaron préstamos para financiar los enormes gastos de viaje a Tailandia y todos los relacionados a su reclutamiento para trabajar en empresas de mariscos. En ciertos casos, incluso hipotecaron sus granjas.
Al llegar a las fábricas tailandesas, les quitaron sus documentos de identidad, además de forzarlos a trabajar seis o siete días por semana en horribles condiciones. Los alojaron en un solo cuarto en una casa de apartamentos con un solo baño, utilizado por 200 personas.
Los salarios resultaron inferiores a lo esperado, por no mencionar las 'cuotas' extraídas de sus ingresos que no les bastaban para sostenerse en el exterior.
Los reclamantes afirman ser víctimas de tráfico humano, trabajo forzado y servidumbre durante su estancia en Tailandia entre 2010 y 2011.
La semana pasada los acusados presentaron una apelación, argumentando que "el comportamiento denunciado tuvo lugar fuera del territorio de EEUU, por lo tanto la demanda carece de base para la jurisdicción extraterritorial".