PEKÍN (Sputnik) — El escándalo ha vuelto a dejar en estado de shock a una población que sufre cíclicas crisis de seguridad alimentaria y sanitaria y ha devuelto las dudas sobre la eficacia del control de las administraciones.
Li ha asegurado que "no habrá misericordia" con los involucrados y ha prometido que se castigará a los funcionarios por su conducta negligente, según la agencia de noticias Xinhua.
La policía informó recientemente de que vacunas que habían expirado o habían sido almacenadas de forma incorrecta por un valor de 570 millones de yuanes (88 millones de dólares) se habían estado vendiendo durante cuatro años en una veintena de provincias.
Los agentes de la provincia oriental de Shandong han detenido a 37 personas sospechosas, incluidas una madre y una hija que estarían en el centro del escándalo.
También están siendo investigadas al menos tres compañías farmacéuticas y la Policía ya ha identificado a nueve distribuidores de las vacunas.
La Fiscalía del Estado ha asegurado que supervisará directamente las investigaciones después de que muchos internautas pusieran en duda la eficacia de las actuaciones administrativas.
Algunos se preguntan en las redes sociales por qué las autoridades han revelado ahora el escándalo cuando las primeras detenciones se produjeron el pasado año.
Las vacunas estaban destinadas a enfermedades como la rabia o la encefalitis y se desconoce aún cuánta gente ha sido expuesta.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha asegurado que las vacunas caducadas o incorrectamente almacenadas raramente causan un peligro directo para la salud más allá de su falta de eficacia para la protección de las enfermedades.
China tiene un largo historial de escándalos graves que provoca un estado de indefensión y nerviosismo en la población.
La leche para bebés contaminada por melanina en las vísperas de los Juegos Olímpicos de 2008 causó la muerte de seis niños y enfermedades en 300.000.
La población aún no ha recuperado la confianza en el sector nacional a pesar de las promesas de control y es habitual que vacíen las estanterías de las tiendas de Hong Kong y de otras partes del mundo.
