Frente a la puerta del tribunal, la Policía ha impedido la entrada de diplomáticos, las manifestaciones de apoyo de sus seguidores y el trabajo de la prensa extranjera.
Pu Zhiqiang, quien acumula 19 meses de detención, se enfrenta a una condena de hasta ocho años de prisión por los delitos de "incitar el odio étnico" y "provocar disturbios".
Sus abogados han desvelado que Pu se ha declarado "no culpable" de todos los cargos y que en su turno de defensa ha agradecido el apoyo a sus amigos, ha lamentado que sus comentarios hubieran podido ofender a alguien y agradecido al centro de detención el trato recibido.
Los presentes en el juicio han descrito a Pu más delgado y con el pelo encanecido, pero con aparente buena salud física y mental.
Según las conclusiones de la Fiscalía del pasado mayo, Pu usó redes sociales como Weibo (el Twitter chino) también para "insultar a otros y perturbar el orden público".
El abogado había criticado la política restrictiva de derechos humanos en Xinjiang (la provincia donde reside la minoría musulmana uigur), se había mofado del lenguaje oficial sobre el conflicto de las islas Diaoyu/Senkaku que se discute con Japón y había denunciado las practicas de Zhou Yongkang, el entonces responsable de la seguridad nacional y hoy condenado por corrupción.
Pu es un tenaz defensor de los derechos humanos que ha representado al artista y disidente Ai Weiwei, a un ecologista tibetano o a una madre enviada a un campo de trabajo por exigir penas más duras a los violadores de su hija.
El Club de Corresponsales Extranjeros de China ha condenado en un comunicado la actitud policial y denunciado que al menos uno había sido "golpeado contra el suelo".
Gobiernos occidentales y organizaciones de derechos humanos como Amnistía Internacional han calificado el juicio a Pu como político y pedido su liberación.
