Pekín levantó ayer tras 35 años la prohibición a tener un segundo hijo para todas las parejas en una decisión que pone fin al mayor experimento demográfico de la Historia y pretende espolear la natalidad de un país envejecido.
Hoy es el desarrollo económico, la nueva concepción de la familia, la competitividad y la inflación los que embridan de forma natural la demografía.
"No nos queda dinero ni tiempo para mí y mi marido", señala Liu, una oficinista treintañera de Pekín que lamenta el coste del colegio y, sobre todo, de las actividades extraescolares.
"Ni siquiera lo hemos discutido, sabemos que un segundo hijo sería excesivo", añade.
Los que hasta ahora violaban la ley tenían que enfrentarse a unas multas que podían multiplicar varias veces los ingresos anuales medios en la provincia.
El célebre director Zhang Yimou, muy cercano ahora al poder tras unos inicios de rebeldía, tiene cuatro hijos.
Sólo la revelación del escándalo y la presión social le empujó a pagar una multa de 1,2 millones de dólares por los tres hijos "ilegales".
La natalidad nacional se sitúa en 1,5 hijos por familia, un nivel por debajo de la mayoría de países desarrollados.
En Shanghái apenas llega al 0,7, inferior incluso al umbral de la política del hijo único, y todos los esfuerzos de las autoridades por estimularla han fracasado.
Calcula Pekín que el final de la política afectará a un centenar de parejas y espera unos 2,5 nuevos nacimientos anuales.
Dos años atrás, Pekín aprobó la reforma más ambiciosa al permitir el segundo vástago a las parejas en las que al menos uno de los cónyuges fuera hijo único.
Las autoridades esperaban un alud de solicitudes entre las 11 millones de parejas que podrían beneficiarse, pero apenas un millón se decidió al final.
La respuesta fue especialmente descorazonadora en las grandes ciudades como Pekín, Shanghái y Shenzhen.
Los estímulos oficiales a la maternidad están acompañados en los últimos tiempos de publicidad que muestra a alegres parejas jóvenes con sus dos retoños, pero todos los esfuerzos han resultado baldíos.
La jubilación de la política del hijo único ha sido justificada por los desajustes demográficos generados tras casi cuatro décadas.
Supone un porcentaje del 15 por ciento, que subirá al 20 por ciento en 2020 y al 38 por ciento en 2050, lo que generará problemas inasumibles para la seguridad social.
Las pensiones individuales medias han subido desde los 700 yuanes (100 dólares) diez años atrás a los actuales 2.000 yuanes (316 dólares).
La proliferación de ancianos, con una altísima cuota de ahorro, también dinamita el planeado viraje hacia un patrón económico basado en el consumo interno.
La mano de obra, que durante décadas ha empujado la locomotora china, perderá a 67 millones de efectivos entre 2010 y 2030.
Pekín teme la conflictividad social de 40 millones de solteros que no podrán cumplir el deber confuciano de tener descendencia porque el país sufre el mayor desequilibrio del mundo entre géneros: 116 hombres por 100 mujeres cuando la media global bascula entre los 103 y los 107.