Los policías encontraron tres elefantes: una hembra, un macho y un cachorro, cerca de un estanque en las afueras del balneario Hua Hin.
Al principio, la investigación pensó que los animales murieron tras envenenarse con alimentos rociados con pesticidas, pero luego estableció que fueron electrocutados.
Un agricultor, Sompong Yapakdi confesó haber colocado un alambrado eléctrico alrededor del estanque de dónde saca agua para impedir que lo hicieran los elefantes.
Según la legislación de Tailandia, una vez acusado de matar a un elefante u otro animal en peligro de extinción el agricultor se arriesga a una pena de prisión de hasta cuatro años, además de duras críticas que lanza la sociedad por haber ejercitado una violencia innecesaria.