Ambas prácticas son ilegales en China, pero la preferencia por el varón en la cultura asiática las estimula en la práctica.
Es habitual que los médicos, a cambio de una propina, informen a los futuros padres "si el embarazo va bien".
La nueva campaña se extenderá hasta noviembre y se concentrará en los centros de salud, las instituciones de planificación popular, las agencias ilegales de fertilidad, las clínicas y los médicos itinerantes, según la agencia de noticias Xinhua.
A las instituciones que vulneren la ley se les prohibirá seguir ejerciendo sus actividades.
También se extremará el control en el equipamiento médico y las medicinas usadas en ambas prácticas, continúa la agencia.
Los padres chinos prefieren un varón porque preservará el apellido familiar y porque, en un país con las coberturas sociales y pensiones aún en pañales, se espera que les cuide durante la ancianidad.
La mujer, en cambio, se mudará con su marido y cuidará a sus suegros.
La tradición centenaria y la política del hijo único han desembocado en el mayor desequilibrio de géneros del mundo.
China roza los 116 hombres por 100 mujeres, cuando la media global bascula entre los 103 y 107 hombres por 100 mujeres.
Pekín se ha propuesto bajar el desequilibrio hasta los 115-100 al final de este año.
Los sociólogos advierten de que China podría sufrir desórdenes sociales por las decenas de millones de hombres que no podrán casarse por falta de mujeres.
Algunas consecuencias de esa escasez ya son visibles ahora, como el secuestro de mujeres para casarse a la fuerza en las zonas rurales o el tráfico ilegal de niños.
