La contaminación alcanzó niveles "peligrosos" en 106 ciudades chinas en el primer día del Año de la Cabra, según la agencia de noticias estatal Xinhua.
Los estándares chinos califican de "peligroso" el aire cuando se supera la concentración de 300 partículas de PM2,5, las partículas de un diámetro de 2,5 micras que por su pequeño tamaño pueden entrar directamente en los conductos respiratorios.
El contraste ha sido especialmente doloroso en Pekín, cuyos límpidos cielos azules del miércoles se volvieron grises a la mañana siguiente a pesar de que este año se han multiplicado las limitaciones de fuegos artificiales.
La capital pasó de unos envidiables niveles cercanos a 50, inusuales en el invierno, a superar los 400 a primeras horas del jueves, según el Centro de Monitorización del Medio Ambiente municipal.
Un experimento de un experto del Centro de Combustión y Tecnología Medioambiental de la Universidad Jiaotong de Shanghái demostró recientemente que cada uno de los fuegos artificiales provoca contaminación elevada en un área de 10 metros cúbicos.
El Gobierno de Xi Jinping declaró formalmente el pasado año la guerra a la contaminación para mitigar uno de los problemas que más preocupan a la emergente clase media china.
La campaña ha incluido limitaciones en la tradición milenaria de recibir el año con ruido para ahuyentar a los malos espíritus.
Los días de venta de petardos en la capital se han reducido de los 20 del año anterior a apenas 11 en este y el gremio ha asegurado que sus ingresos han caído un 20 %.
Los pequineses han recibido mensajes escritos a sus teléfonos en los que el Gobierno les recomendaba reducir este año el uso de fuegos artificiales para por motivos medioambientales.
Las limitaciones legales, los consejos oficiales y una economía que ya ha dejado sus boyantes días atrás han causado una evidente reducción.
Los fuegos artificiales que formaban parte de la banda sonoro pequinesa otros años varios días antes de Año Nuevo se han concentrado en este en las horas posteriores al cambio de año.
En el céntrico lago Houhai, tradicional punto neurálgico de los amantes de los fuegos artificiales, apenas había un centenar de personas a medianoche del miércoles.
El consumo de petardos ha caído menos en las provincias rurales del interior debido a la ausencia de las limitaciones y de que muchos de los emigrantes laborales que regresan a sus hogares los compran como evidencia del dinero ganado en las ricas ciudades del este del país.