La prensa ha calificado de "bárbaros" a los turistas chinos que obligaron a un avión tailandés a regresar la semana pasada y las autoridades han prometido "castigos severos" en el último capítulo de viajeros que avergüenzan al país asiático con su comportamiento.
Los hechos ocurrieron a bordo de un avión de la aerolínea Thai AirAsia que volaba desde Bangkok a Nanjing y empezaron por las exigencias de una pareja china de viajar juntas a pesar de tener sitios alejados.
Los turistas ni siquiera se calmaron cuando obtuvieron su petición. La joven lanzó sobre la azafata el vaso de agua hirviendo después de que se le comunicara que tenía que pagarla.
Chinese passenger throws hot water on Thai Air Asia flight attend. Plane returned to Bangkok. http://t.co/nGBtzxgexE pic.twitter.com/i5yjCUJAYT
— LoyaltyLobby (@LoyaltyLobby) 14. Dezember 2014
Las numerosas fotos y vídeos obtenidos con teléfonos móviles por el resto de pasajeros sobre lo que sucedió después revelan el caos y los enfrentamientos crecientes, incluyendo las amenazas del hombre de hacer volar el avión con una bomba y los violentos golpes de la mujer a las ventanillas mientras prometía que se iba a suicidar.
El piloto hubo de regresar al aeropuerto tailandés cuando comprobó que la situación ponía en peligro la seguridad del vuelo, donde la pareja y otros dos chinos fueron detenidos por la policía de Bangkok.
Los pasajeros han pagado ya 50.000 bahts (cerca de 1.500 dólares) a la azafata como compensación y multas menores por alterar el orden público.
El episodio ha sido muy criticado en las redes sociales y la prensa china. "Creyeron que comportándose como bárbaros podrían conseguir lo que querían, pero olvidaron que el civismo exige que un ser humano trate al resto como un igual", explica un editorial del China Daily.
"El incidente debe servir no solo a los cuatro culpables sino a todos los chinos para que se ganen el respeto con un comportamiento correcto", añade el diario oficial.
Las autoridades habían anunciado el fin de semana que los turistas recibirían "castigos severos" por haber "manchado seriamente la imagen del pueblo chino".
Los cuatro han sido incluidos ya en una lista negra de viajeros en su provincia.
También la agencia que organizó el viaje será penalizada por fracasar en su función de controlar el comportamiento de sus clientes.
El mundo se esfuerza en los últimos años en atraer a la creciente clase media china. Unos cien millones de chinos viajaron al exterior el pasado año, casi cuarenta más que estadounidenses.
Pero los capítulos protagonizados por asilvestrados turistas chinos han avergonzado a un país orgulloso en su camino hacia la cúspide mundial.
Recientemente un grupo de turistas robó los cubiertos de acero de una aerolínea singapuresa y se negaron a devolverlos, dos chinos se pegaron en un elitista viñedo francés y un joven pintarrajeó una pirámide en Egipto.
Los esfuerzos para educar a sus turistas no han sido tibios ni escasos. Incluso el presidente Xi Jinping hubo de pedir a sus nacionales en un reciente viaje a las islas Maldivas que dejaran de tirar basura en los corales.
El Gobierno reparte regularmente trípticos a sus turistas con instrucciones básicas de civismo y la televisión pública emitió el pasado año un programa educacional durante cinco días.
