Bajo la dirección de Natalia Bestemiánova, seis veces ganadora mundial de patinaje en hielo y además campeona de los Juegos Olímpicos de Canadá en 1988, un talentoso grupo de artistas rusos encantó al público chileno con su elegancia y precisión en un gélido escenario.
En el espectáculo destacó además la sobrecogedora escenografía escarchada, sacada de un cuento invernal de hadas, que combinó a la perfección con el minucioso, detallado y distinguido vestuario que lucía cada uno de los veinte artistas en escena.
En el marco de una gira que recorre diversos destinos de Latinoamérica, Bestemiánova aterrizó en el país austral con un ballet de talla internacional, compuesto por renombrados exponentes del patinaje, que cautivaron a la audiencia y la hicieron aplaudir incansablemente cada acto.
La vasta experiencia en competencias internacionales y el talento que han desbordado en la Ópera de París, en el Lincoln Center de Nueva York y en el Royal Albert Hall de Londres, se hizo sentir durante la hora y media de espectáculo, logrando, sin duda alguna, una experiencia completa y un placer para los sentidos del espectador.