"He dicho Escuela del Sur; porque en realidad, nuestro norte es el Sur. No debe haber norte, para nosotros, sino por oposición a nuestro Sur. Por eso ahora ponemos el mapa al revés, y entonces ya tenemos justa idea de nuestra posición, y no como quieren en el resto del mundo. La punta de América, desde ahora, prolongándose, señala insistentemente el Sur, nuestro norte.”
— Joaquín Torres García
En la entrada de la exposición se puede ver la célebre imagen de la “América invertida”, y el fresco “Lo temporal no es más que un símbolo”, que Torres pintó en 1916 para el Palacio de la Generalidad en Cataluña. Son 190 piezas de distintos estilos entre pinturas, esculturas y juguetes. Están algunas de sus obras más tempranas y otras de Barcelona en 1917, donde trabajó con Antonio Gaudí en los vitrales de la catedral de Palma de Mallorca y de “La Sagrada Familia”, así como las creaciones realizadas durante su estancia en Nueva York en los años veinte y de su regreso a París en 1928, donde se vinculó a Piet Mondrian y fundó el movimiento Círculo y Cuadrado.
Joaquín Torres García (1874-1949) participó de los revolucionarios movimientos artísticos que tuvieron lugar en Europa en los años veinte y treinta, sentando las bases del constructivismo. El artista volvió a Montevideo en 1934, donde créo la Asociación de Arte Constructivo con la idea de impulsar un arte propio del continente americano y realizó una intensa labor didáctica dictando más de 700 conferencias. Fundó La Escuela del Sur, de la cual surgieron varias generaciones de artistas, una corriente de raíces americanistas, que invierte la visión europea del mundo, rebelándose a la visión colonialista. Una de sus esculturas más conocidas, el Monumento Cósmico Constructivo, se encuentra en el Parque Rodó de Montevideo.
Gabriel Peluffo, historiador de arte, que fue director del Museo Juan Manuel Blanez durante 20 años, señaló a Sputnik Novosti, que “el legado de Torres García está más relacionado con aspectos intangibles, culturales y rioplatenses, con cierta proyección latinoamericana, porque es un legado más que nada ético. Ahora está reivindicado como vanguardia, aunque él nunca se consideró como tal, él hablaba de la búsqueda de lo antiguo en lo actual, tenía una actitud contraria al movimiento tecnológico y del progreso de la modernidad, consideraba que no estaba arraigado en la gran tradición del hombre universal, como él decía. Esa ralentización del tiempo del pensar es un legado que ha quedado en la cultura más allá del arte, es un aporte filosófico. De algún modo esa pugna con el progreso materialista y tecnológico que libró, hoy lo estamos viviendo 75 años después con un mundo al borde del abismo”.
“Su vinculación con las vanguardias europeas es oblicua: toma un poco de cada una para hacer algo ecléctico, y pretende trasladarlo a América Latina. El habla de origen, pretende haber encontrado el origen de la forma de hacer arte y transmitir eso a pueblos que no tienen la tradición artística europea. Es una herramienta de crear una cultura vinculada a la tradicion latinoamericana”.
“Toda América debe levantarse para crear un arte poderoso y virgen”, escribió Torres García, en una frase que resume su pensamiento.