"Es muy triste que un brasileño no pueda tener derecho ni a dormir tranquilo", explicó a Sputnik Maria de Fátima de Souza, una de las líderes del movimiento contra los inmigrantes: "No hablo de todos, porque algunos aún sirven para hacer algo, pero otros no sirven ni para comer maíz", añadió.
La marcha estuvo liderada por unos pocos vecinos de Pacaraima, ciudad de apenas 12.000 habitantes, que se ha visto desbordada por la ola migratoria.
Participaron sobre todo indígenas locales que viven en los territorios colindantes, y que se quejan de que los indígenas que llegan de Venezuela reciben más atención que ellos.
La marcha, de claros tintes nacionalistas, fue impulsada por los indígenas brasileños junto a un vecino de la ciudad simpatizante del candidato de la ultraderecha Jair Bolsonaro, lo que propició una escena inaudita, dado que este diputado suele cargar en sus discursos contra las comunidades nativas.
La manifestación transcurrió de manera tranquila por la carretera principal de Pacaraima, que lleva hasta la frontera con Venezuela, hasta que los vecinos llegaron a la zona donde normalmente los inmigrantes venezolanos esperan a tramitar sus documentos.
Allí, algunos se encararon con los integrantes de la protestas, acusándoles de xenofobia: "Estoy cansado de humillaciones, ¿hasta cuándo va a durar esto? Nos quemaron todas nuestras cosas, venimos a luchar y a trabajar, somos gente buena, ¿cómo es posible que nos traten así? ¡Póngase la mano en el corazón!", clamaba Ricardo Delgado.
Este joven venezolano fue uno de los cientos de inmigrantes venezolanos que hace una semana perdió todo después del ataque perpetrado por un grupo de brasileños, que agredieron con palos y piedras a los inmigrantes que acampaban en el centro del pueblo.
Durante el ataque, los brasileños prendieron fuego a una treintena de tiendas de campaña y quemaron los objetos personales y documentos de muchos inmigrantes; alrededor de 1.200 volvieron a Venezuela asustados.
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"Ya no podemos estar aquí, con esto que está pasando estamos a cero, ya no tenemos adónde ir (…) No importa si Brasil no nos quiere, porque nuestro corazón es grande y seguiremos siendo sus hermanos, a pesar de todas las cosas que nos están haciendo", criticó Delgado.
Durante el rifirrafe entre los vecinos y algunos inmigrantes se formaron dos bandos; los venezolanos aplaudían a los suyos, mientras los brasileños les acusaban de haber traído a su tranquila ciudad droga, criminalidad y prostitución.
Muchos inmigrantes se plantean irse de Pacaraima lo antes posible debido al clima de tensión, y los que perdieron todas sus pertenencias durante la agresión de la semana pasada negocian con la ONU para que les paguen el pasaje hasta la capital del estado, Roraima, a 215 kilómetros de la frontera.