Debido a que "la pirámide sufrió un considerable reacomodo del núcleo de su estructura", según explicó a la prensa Bárbara Koniecza, una de los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), los arqueólogos necesitaron usar un georradar para ver saber en qué condiciones se encontraba su interior.
Según los expertos del INAH, el templo descubierto tenía un tamaño aproximado de seis metros de largo por cuatro de ancho. En el templo fueron también encontrados restos de cerámica, de una pilastra y de un incensario, además de muros recubiertos de estuco y una banqueta. Todos estos objetos señalan que el monumento pertenece a la civilización tlahuica.
Además, fue descubierta una gran cantidad de carbón que puede tener relación con actividades rituales o ser fruto de posibles saqueos. "Hacen falta muchos más estudios", señaló Koniezca. Todos los objetos hallados serán analizados para determinar a qué periodo concreto pertenecen.
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La práctica de meter los templos los unos dentro de los otros fue usada por los mexicas y por otras culturas prehispánicas que habitaron en el centro de México. En la parte superior de la pirámide de Teopanzolco ya se sabía de la existencia de dos templos: uno dedicado a Huitzilopochtli, la mayor deidad de los mexicas, y otro a Tláloc.
"Posiblemente, del lado derecho [del templo encontrado] estén los restos de otro templo dedicado a Huitzilopochtli", aventuró Bárbara Koniecza durante la presentación del templo ante la prensa.