"De los 44, aproximadamente somos 35", aclaró a Sputnik Marta Vallejos, hermana de uno de los submarinistas que navegaba en el submarino.
Aunque el Gobierno argentino ofreció una recompensa económica de casi 5 millones de dólares para las compañías privadas que brinden información sobre la localización exacta de la embarcación perdida desde el 15 de noviembre, los promotores de esta iniciativa aseguran que no es suficiente.
"Para que venga una empresa extranjera que pone en juego mucha tecnología en punta y que vale millones de dólares tendrían que redoblar la recompensa", consideró Vallejos, hermana del suboficial segundo y sonarista César Óscar Vallejos.
En un encuentro que tuvo con los familiares el pasado 25 de enero, el ministro de Defensa, Oscar Aguad, "se comprometió a llamar a una licitación y a poner en marcha el tema de la recompensa", continuó.
La retribución económica fue tratada en una audiencia que el 6 de febrero mantuvo con los familiares el presidente Mauricio Macri, pero los allegados de los tripulantes constataron que el Gobierno, en realidad, no tiene intención de abrir ninguna licitación.
"Aunque hablaban de esa iniciativa nunca la pusieron en marcha, por lo que no vemos que el Gobierno vaya a acceder a la contratación de una empresa privada, ya que nunca estuvo en su cabeza" reprochó la hermana del sonarista.
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Pero el nuevo Régimen de Contrataciones de la Administración Nacional que entró en vigor en octubre de 2016 establece en su artículo 19 que "en caso de urgencia se puede evitar la parte legal y administrativa", recordó Vallejos.
"Estamos hablando de una urgencia y de personas", subrayó.
Contratación
El propósito de los familiares abocados a la recaudación de fondos es contratar a la empresa estadounidense Sea "por ser la más accesible en su presupuesto".
"Tiene 20 años de trayectoria en búsquedas marítimas de barcos y aviones perdidos, y todas sus búsquedas terminaron en hallazgos", detalló Vallejos.
"La empresa tiene todo para venir y si el Gobierno accediera a la licitación, tardaría una semana en llegar", indicó la hermana del suboficial argentino.
Desde un comienzo, los familiares delegaron en la Armada la posible contratación de ayuda extranjera, "pero no obtuvimos respuesta, así que entramos en contacto con esta empresa y en menos de 24 horas, obtuve el presupuesto", destacó.
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El jefe de operaciones de la fuerza naval, Martín Garro, accedió en paralelo a la misma información "pero encajonó el presupuesto, y solo lo sacó a la luz cuando los familiares le mostramos que lo habíamos obtenido por nuestra cuenta", añadió Vallejos.
"La Armada nos pone trabas todo el tiempo, mientras que la empresa estadounidense, que había pedido el 50% por adelantado para realizar las labores de búsqueda, accedió finalmente a obtener de entrada solo el 10% y luego el resto a los 60 días", detalló.
En la búsqueda de "toda alternativa posible", algunas familias desconfían de la Armada por considerar que "mienten todo el tiempo".
"Nosotros solo queremos traer a nuestros seres queridos, no podemos estar tres meses más a la espera", concluyó la hermana del submarinista.
Discrepancia
Una de las pocas familias en desacuerdo con esta colecta es María Rosa Belcastro, madre de Fernando Villarreal, teniente de navío y jefe de operaciones del San Juan.
"El Estado argentino y la Armada son quienes tienen que hacerse responsables de la búsqueda, porque el submarino es un buque de guerra", sostuvo la mujer en diálogo con Sputnik.
"Yo por el momento estoy conforme con el Gobierno y con las nuevas autoridades de la Armada", afirmó la madre del jefe de operaciones.
La comunicación es fluida con las autoridades y ella se siente informada, mientras que otros familiares prefieren no esperar, observó Belcastro.
"Lo que pasa es que cada familia elabora la desaparición o el duelo de distintas maneras y no todos nos pensamos igual", concluyó.
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Tres horas después de la última comunicación del submarino se registró una explosión a 48,28 kilómetros de su última posición, en coincidencia con el trayecto que cursaba hacia Mar del Plata (sur), donde se encuentra el apostadero habitual del navío.