Ha llovido desde entonces, Fidel Castro aún no era el presidente de Cuba, aunque sí el líder de la Revolución. Tampoco existía el periódico Granma, pero las ideas de aquel triunfo comenzaban a estar cada vez más claras y los cubanos inundaban las plazas del país para reafirmarlo.
Con el pretexto de que el vínculo con potencias extracontinentales y su relación con el marxismo-leninismo eran incompatibles con los principios del Sistema Interamericano, cesaría el intercambio diplomático, el comercio y la Isla sería expulsada del Tratado Interamericano de Defensa Recíproca y por ende de la OEA.
Como réplica a estos acuerdos, el pueblo cubano colmó la Plaza de la Revolución reafirmando la dirección latinoamericana del proceso revolucionario.
El documento manifiesta un respeto por el carácter socialista e internacionalista de la Revolución con especial énfasis en la trascendencia de América Latina, pues examina las raíces históricas de los pueblos latinoamericanos y el peligro que supone el imperialismo.
Con este principio, Cuba apoyó desde sus inicios (2010) la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos (CELAC) que defiende la integración y el reconocimiento de las diferencias de los 33 países que la integran.
#Cuba Segunda Declaración de La Habana: Por su única, verdadera e irrenunciable independencia https://t.co/Y5DGNHgoJ7 pic.twitter.com/gUaRaXu3Uh
— ALBA TV (@alba_tv) 5 de febrero de 2017
Durante la presidencia 'pro témpore' de Cuba en la II Cumbre de CELAC en La Habana en 2014, el canciller Bruno Rodríguez Parrilla afirmó que la posición de Cuba respecto a la OEA permanece invariable desde la Segunda Declaración de 1962.
"No regresaremos a ella, tiene una carga histórica negativa como instrumento de dominación de Estados Unidos que no puede resolverse mediante una reforma", aseguró Rodríguez en aquel entonces.
Lea más: Cuba: la polémica detrás del proceso electoral
En los próximos meses, los 605 delegados a diputados a la Asamblea General (Parlamento) decidirán el futuro del país. El cambio de poder implica una transición generacional por primera vez en 59 años, pero los valores y principios asumidos por el proceso revolucionario en sus inicios se mantienen invariables.