"No tengan duda: la misma valentía, la misma determinación y la misma energía con la que vencimos la recesión la estamos poniendo para combatir el crimen organizado", expresó el presidente Michel Temer en una carta dirigida a los gobernadores.
En su misiva aseguró a los gobernadores que el objetivo del Gobierno es que haya "más integración" en todo el territorio.
En Brasil las competencias de seguridad están transferidas a los estados, que controlan la Policía Militar, pero al mismo tiempo del Gobierno central dependen las Fuerzas Armadas y la Fuerza Nacional.
Algunos gobernadores, especialmente de los estados fronterizos, han manifestado en varias ocasiones la falta de medios para luchar contra las bandas que introducen armas y droga en el país, puesto que las inmensas fronteras de Brasil son muy permeables.
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El ministro de Justicia y Seguridad Pública, Torquato Jardim, seguía la misma línea en uno de sus pronunciamientos durante la reunión, al decir que "ningún estado" (de Brasil) se basta a sí mismo para combatir el terrorismo, el narcotráfico y la violencia, según declaraciones recogidas por la agencia gubernamental Notícias do Acre.
Jardim resaltó que los países fronterizos con Brasil forman parte del problema: "Brasil es vecino de uno de los mayores productores de marihuana y cocaína; esa realidad es dramática y debe ser enfrentada", aseguró.
Añadió que la única manera de combatir el tráfico de drogas y armas en las fronteras es uniendo inteligencia, información y tecnología.
El gobernador del estado de Río de Janeiro, Luiz Fernando Pezão, habló en un nombre de una de las regiones más azotadas por la violencia en los últimos meses y afirmó que no puede enfrentarse al crimen organizado (tres facciones diferentes de narcotraficantes además de las milicias) únicamente con fuerzas policiales.
"Tenemos que ser urgentes, debemos llevar al Congreso Nacional una propuesta para crear un fondo de seguridad nacional", propuso.
Brasil lidera el ránking mundial por número absoluto de homicidios, con alrededor de 60.000 asesinatos al año, según la ONG Instituto Igarapé.
La mayoría de esas muertes son consecuencia de las armas: en 2014 un total de 44.861 brasileños murieron por armas de fuego, según los datos más recientes del Mapa de la Violencia que realiza la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).