"También se registraron hechos aislados de violencia, como los lamentables y graves incidentes ocurridos en Río de Janeiro", dijo Temer en un comunicado oficial.
Sin embargo, el presidente criticó algunas acciones concretas de la jornada.
"Desgraciadamente pequeños grupos bloquearon carreteras y avenidas para impedir el derecho de circulación del ciudadano, lo que acabó impidiendo que llegase a su lugar de trabajo o que transitase libremente", aseveró.
El presidente también dejó entrever que la movilización de este viernes no hará que el Gobierno se replantee sus medidas de política económica y social y por lo tanto no afectará la tramitación de la reforma laboral y la reforma de las pensiones en el Congreso.
"El trabajo en favor de la modernización de la legislación nacional continuará, con un debate amplio y franco, realizado en el espacio adecuado para esa discusión, que es el Congreso Nacional", remarcó.
Además, añadió que en los últimos meses el trabajador brasileño lucha intensamente "de forma obstinada" para superar la mayor recesión económica del país en su historia.
"A ese esfuerzo se suman todas las acciones del Gobierno, que cree en la fuerza de la unidad de nuestro país para vencer la crisis que heredamos y traer a Brasil de vuelta al camino del desarrollo social y del crecimiento económico", finalizó Temer.
Por la mañana se registraron los bloqueos más importantes, sobre todo en el metro, tren y autobuses de la ciudad de São Paulo (sur), que dejaron de circular, aunque el servicio se fue retomando a lo largo del día.
Antes del comunicado de Temer, su ministro de Justicia, Osmar Serraglio, minimizó el alcance de las protestas y aseguró que lejos de desmotivar a los congresistas los incentivaba a aprobar las reformas que están siendo criticadas por los manifestantes.