"No creo que sea la intención del nuevo Gobierno hacer una fiscalización y deportación sistemática; si lo hacen los primeros en verse afectados serán los que emplean a esas personas", dijo en una entrevista publicada este lunes en el diario Folha de São Paulo.
Los datos de la Patrulla de Fronteras de EEUU demuestran que en el último año creció un 142% el número de brasileños detenidos al entrar ilegalmente en el país —fueron 3.252 en 2016—pero el embajador considera que es "poco" comparado con las cifras de Honduras o Guatemala, por ejemplo.
Atribuyó este aumento al efecto de la crisis que afecta a Brasil: "Esto tenderá a resolverse naturalmente cuando la economía brasileña mejore", aseguró.
El embajador tampoco mostró preocupación por el giro proteccionista que Trump pretende dar a la economía y los posibles efectos que esto pueda tener en Brasil.
"Brasil tiene un déficit comercial con EEUU —646 millones de dólares en 2016—, al contrario que buena parte de los países mencionados por Trump (…) Brasil no está atrayendo inversiones americanas que provoquen pérdida de empleos americanos", resaltó, en alusión a las tensiones con México.
Además, también vio como positivo un posible fin del Tratado Transpacífico, porque los países andinos, que veían en él una vía de entrada a los mercados asiáticos, se verían forzados a volver a mirar a América del Sur y eso llevaría a la "convergencia suramericana" que Brasil siempre quiso.
"Nosotros en Brasil no tenemos un exceso de globalización, tenemos déficit; ese freno (impulsado por Trump) puede ser bueno para que Brasil entre en sintonía con el mundo", subrayó el embajador, remarcando que lo ideal sería hacerlo a través de negociaciones multilaterales en el seno de la Organización Mundial del Comercio (OMC).