Se trata de las primeras muertes en las cárceles del estado de Sao Paulo desde que empezó la crisis del sistema de prisiones en Brasil, con las masacres de Manaos (64 presos muertos) y Boa Vista (33), en la primera semana del año.
Uno de los cuerpos fue mutilado y el Grupo de Intervención Rápida (GRI) fue activado para trasladar a los presos de esa celda, aislándolos del resto de reos.
La cárcel de Tupi paulista tiene capacidad para 844 presos, pero en realidad alberga un total de 1.714, siguiendo la tónica de la gran mayoría de cárceles brasileñas, muy masificadas.
Las muertes en Manaos y Boa Vista estuvieron motivadas por tensiones entre dos bandas enemigas, la Familia do Norte (FDN) y el Primeiro Comando da Capital (PCC).
Sumando esas muertes con otras cuatro que ocurrieron en los estados de Paraíba y Alagoas y con las de Sao Paulo Brasil ya acumula 103 presos muertos en lo que va de año.
Estas muertes representan el 28% del total registrado el año pasado; en 2016 fueron 372 asesinatos, una media de más de una muerte al día.