Con sus intensos colores y su geometría inspirada en la 'cosmovisión' andina, estas imponentes estructuras de hasta siete pisos se erigen en la ciudad de El Alto, la segunda más poblada de Bolivia y una de las más altas del mundo, a unos 4.000 metros sobre el nivel del mar. Su aire futurista recuerda a los 'transformers', pero en realidad están inspirados en iconografías milenarias. Mamani, el hombre detrás de los 'cholets', reivindica a su modo el legado cultural de los pueblos indígenas, mayoritarios en la población boliviana.
Mamani aseguró sentirse "honrado y satisfecho de haber rescatado esa identidad" para incluirla en la arquitectura a lo largo de la última década y marcar un hito en la tradición. Según el arquitecto, en la academia latinoamericana existe un "vacío" cuando se trata de incorporar la identidad de los pueblos originarios y generalmente se enseña a no "romper las reglas". Esto, dijo, lleva a tener profesionales "adoctrinados" o "sumisos a una línea".
"La arquitectura ha sido una carrera elitista. No debería ser así, debería valorar a los pueblos, buscar sus raíces, su identidad y hacer arquitectura a través de su identidad. He tratado de innovar rescatando la cosmovisión andina de Bolivia", indicó Mamani.
En las formas y la paleta cromática de las edificaciones, el arquitecto ha incorporado "diseños geométricos que existen en las ruinas de Tiahuanaco", además de "los colores intensos de los textiles" de las culturas locales. El resultado: una nueva arquitectura de "trascendencia mundial". En total, incluyendo los edificios de El Alto, son al menos 100 las obras de Mamani en toda América del Sur.
El constructor explicó que esta revalorización de la identidad indígena en los edificios se inserta en el contexto de la llegada de Evo Morales a la presidencia. La nueva arquitectura andina refleja los cambios sociales, económicos y culturales de la última década. El empoderamiento de los indígenas, sus logros en materia de derechos y su acceso a puestos de decisión en el ámbito público y privado han llevado al surgimiento de una nueva realidad, que en lo urbano se traduce en estos edificios.
Mamani, nacido en una cabaña en un pequeño pueblo boliviano, forjó con esfuerzo su lugar en la arquitectura mundial desde su origen humilde. Primero estudió construcción. Esto le permitió un margen económico para graduarse de ingeniero civil y luego de arquitecto. Todo en El Alto, "considerada la ciudad más pobre de Bolivia", aunque según el profesional, "no es tan así".
Popularmente sus obras se han dado a conocer como 'cholets': un híbrido entre 'chola' —la figura arquetípica de la mujer aimara 'de pollera' (falda)- y 'chalet'. Aunque el término puede ser leído con matices despectivos, el arquitecto lo acepta porque se siente orgulloso de sus orígenes.
"La mayor parte de los indígenas acá en Bolivia, incluso de la parte andina, son mujeres de pollera", precisó. Además, la dualidad forma parte del 'chacha warmi', uno de los aspectos fundamentales de la cosmovisión andina.
Su obra ha recibido críticas desde la academia. Pero Mamani está lo suficientemente seguro de la huella que está dejando en la historia de la arquitectura.
"He salido profesional para mi pueblo. Humildemente, yo he innovado una arquitectura que ha tenido relevancia mundial. Ellos por más que hayan estudiado en el extranjero no han sido relevantes en el mundo sino internamente", concluyó.
Clip musical que está ambientado en un 'cholet' del chileno Gepe y la peruana Wendy Sulca.
