El 'modus operandi' de Fumarola era emplear para las compras tarjetas de crédito de terceras personas residentes en el país o en el extranjero, aunque en los datos del pasajero sí que figuraba toda su información personal. Cuando los propietarios de las tarjetas se enteraban de la compra fraudulenta ya era demasiado tarde. Además, elegía muy bien el momento en el que realizaba las compras para que su engaño no pudiera ser detectado por la aerolínea.
Su pericia y la falta de controles adecuados de la compañía aérea le permitieron convertirse en 'pasajero platino', con lo que pudo disfrutar de nuevos descuentos y acumular millas de viaje para tener acceso a diversas promociones.
Cuando se descubrió el engaño, en el año 2012, Fumarola reconoció la deuda y quiso reembolsar el dinero de los viajes adquiridos de forma fraudulenta y que Aerolíneas Argentinas no presentara una denuncia en su contra. Sin embargo, "el ministerio público lo seguirá juzgando por estafa al Estado, porque Aerolíneas Argentinas es una empresa estatal", explicó Rívolo.