En el estado de Rio Grande do Norte el 92% de los municipios hizo esta llamada de socorro, que una vez aceptada por el Gobierno del estado garantiza fondos de emergencia.
Entre las principales ciudades en situación crítica está Rio Branco, la capital del estado de Acre, en plena Amazonía, con 300.000 habitantes.
Allí el río Acre, que abastece a la ciudad, llegó a su mínimo histórico el pasado 17 de septiembre, cuando el cauce marcó 1,3 metros, cuando lo habitual es que el nivel de las aguas esté por encima de los tres metros.
Otras ciudades, como Vitória, la capital del estado de Espírito Santo, recurre al abastecimiento con camiones cisterna desde hace dos semanas, para hacer frente a la peor sequía que afecta al estado en 80 años.
La falta de lluvias también empieza a tener consecuencias en el bolsillo de los consumidores: el Gobierno del Distrito Federal, donde se encuentra la capital, Brasilia, ya ha avisado de que si el nivel de los principales embalses cae por debajo del 25% la factura del agua subirá un 20%.
Lo mismo podría pasar con las facturas de la luz, ya que Brasil tiene una fuerte dependencia de las centrales hidroeléctricas para generar energía y muchas de ellas están dejando de funcionar por falta de agua.
