Es una de las medidas presentes en esta reforma, que será enviada al Congreso Nacional a través de una medida provisional para acelerar su tramitación y se espera que entre en vigor en 2018.
El objetivo, según explicaron el presidente Temer y el ministro de Educación, Mendoça Filho, es flexibilizar el currículum escolar para que los estudiantes tengan más opciones de escoger las materias que quieren cursar.
En su discurso de presentación de la propuesta, Temer citó los buenos resultados educativos de Corea del Sur, que desde hace años apostó por una educación en tiempo integral, es decir, sin descanso a mitad del día.
Brasil quiere ahora copiar ese sistema, por eso se prevé que la carga horaria por alumno pase paulatinamente de las 800 horas anuales a las 1.400, aunque la reforma no especifica el número mínimo de días lectivos ni el plazo que habrá para ese incremento.
Además, será obligatorio que todas las escuelas ofrezcan el inglés como idioma extranjero y una segunda lengua, preferentemente el español —hasta ahora solo debían ofrecer un idioma extranjero y podían elegir cuál—.
Uno de los puntos más polémicos de la reforma es el que permite que den clase "profesionales de notorio saber" en asignaturas "afines de su formación", pero sin que sea necesario que sean profesores.