"La buena noticia es que Jihad decidió ingerir líquidos, accediendo a un pedido de sus amigos y también por su familia", dijo Conteris, de la organización estadounidense Witness Against Torture (Testigos contra la Tortura).
En una convocatoria de última hora en la puerta del apartamento de Deyab en el centro de Montevideo, algunos de los allegados de Deyab dijeron a la prensa que la medida solamente durará una semana, hasta el próximo lunes, en espera de que para entonces el Gobierno tenga una respuesta a su reclamo de ser trasladado a un país, de preferencia árabe, donde pueda reencontrarse con su esposa y sus tres hijos, a los que no ve desde hace 14 años.
El nexo entre el Gobierno y Deyab, Christian Mirza, no quiso hacer declaraciones el lunes por la noche y anunció que solo hará declaraciones públicas este martes, aunque fuentes cercanas al sirio dijeron a esta agencia que en la tarde los dos habían sostenido una áspera reunión.
Deyab, de 45 años, había puesto un plazo al Gobierno para que este respondiera si aceptaba o no entregar una solución en el transcurso de una semana; si la respuesta oficial era afirmativa, el hombre aceptaba empezar a ingerir líquidos regularmente, como le habían pedido los médicos.
Durante el fin de semana, Mirza sostuvo que el Gobierno no podía ser emplazado de esta forma.
Deyab lleva más de un mes de huelga de hambre y unos 14 días sin hidratarse; en este tiempo fue ingresado dos veces en distintos hospitales y la semana pasada entró en coma.
Luego de recibir suero y glucosa recuperó la conciencia y pidió que no se lo siguiera hidratando.
Las autoridades han hecho saber que se encuentran realizando gestiones para encontrar un país que acepte acoger al liberado, que goza de estatus de refugiado en territorio uruguayo; pero hasta ahora ningún país consultado ha accedido.
Los amigos de Deyab que hablaron con la prensa no quisieron hacer comentarios sobre el contenido de las conversaciones entre Mirza y el ciudadano sirio.
Deyab llegó a Uruguay en diciembre de 2014 junto con otros cinco liberados de la cárcel militar estadounidense para sospechosos de terrorismo.
El hombre pasó más de 12 años en Guantánamo sin cargos y sin juicio; fue sometido a torturas y a alimentación forzosa en el transcurso de las varias huelgas de hambre que realizó en esa prisión en territorio cubano.