"Está en coma, está estable; sus exámenes son buenos y lo estamos hidratando", dijo Galzerano en referencia a las pruebas de sangre que se le habían realizado.
"Nosotros esperamos que recupere la conciencia mañana, si bien en medicina las estadísticas son variables y dependen de muchas cosas, incluida la condición médica; lo vamos a evaluar dos veces por día y vamos a ir viendo paso a paso qué hacemos", dijo la médica.
Galzerano y su colega Teresa Sandal acudieron este miércoles al domicilio del sirio luego de una comunicación previa en la que este había accedido a ser asesorado por la Comisión de Derechos Humanos del Sindicato Médico del Uruguay (SMU).
La primera visita para establecer las condiciones de ese apoyo iba a realizarse el martes, pero Deyab pidió posponerla para el miércoles.
Al llegar a la casa de Deyab, las médicas se encontraron con que ya estaba inconsciente y tuvieron que actuar.
El hombre, que pasó más de 12 años detenido en la prisión militar estadounidense de Guantánamo, lleva más de 30 días de huelga de hambre y unos 12 sin ingerir líquidos en reclamo de ser reasentado en un país árabe y poder reunirse con su familia.
"Lo ideal sería internarlo, pero él dejó expresas instrucciones indicando que no estaba de acuerdo, así que por ahora no lo vamos a internar", observó la médica.
La actuación de la Comisión especializada del SMU se realiza siempre "a pedido de la persona (que toma la medida de lucha) o de los grupos de apoyo", explicó Galzerano.
El canciller Rodolfo Nin Novoa viajó a Estados Unidos para "extremar sus esfuerzos a los efectos de obtener la mayor cooperación posible de parte de las autoridades estadounidenses" para obtener un país que acepte al sirio, dijo a la prensa el viceministro de Exteriores, José Luis Cancela.
Deyab llegó a Uruguay en diciembre de 2014 junto con otros cinco liberados de Guantánamo en el marco de un acuerdo entre los gobiernos estadounidense y uruguayo.
Tampoco obtuvo la asistencia de salud que requería, pues tiene problemas crónicos en su espalda y quedó con secuelas por las torturas sufridas en Guantánamo.
Sin conocer el idioma ni posibilidad de trabajar, tampoco consiguió que se ampliara la asistencia que el Gobierno entrega a los liberados en el marco de un programa de dos años que concluirá en unos pocos meses.
Fue detenido de inmediato y, tras más de un mes incomunicado, deportado a Uruguay.
A poco de llegar anunció a través de esta agencia que estaba en huelga de hambre hasta conseguir lo que reclamaba.