EEUU justificaba su política de influencia sobre la nación isleña por la incapacidad de los cubanos "de acabar con el dominio español". De este modo, dieron luz verde al documento bajo el pretexto de "mantener la independencia de Cuba". La enmienda fue aprobada unilateralmente por el país norteamericano pese al rechazo frontal por parte de los representantes cubanos.
El texto estaba dividido en 8 artículos que ponían cortapisas a la independencia del país.
Así, al Gobierno isleño se le prohibió firmar tratados o convenios con otros países que pudieran "menoscabar la Independencia de Cuba", así como contraer ningún tipo de deuda pública.
Además, el Ejecutivo cubano estaba obligado a "vender o arrendar a los Estados Unidos las tierras para la construcción de estaciones navales".
El 29 de mayo de 1934, se firmó un nuevo tratado de relaciones cubano-estadounidenses. En el marco de la 'Política de buen vecino', el máximo mandatario norteamericano de la época, Franklin D. Roosevelt, decidió revocar por fin el derecho a intervenir militarmente en la isla cuando conviniese a EEUU.
A pesar de que la abolición de la Enmienda Platt significó 'de facto' la independencia completa de Cuba, los vestigios de la normativa permanecen vigentes hasta hoy. La razón es que el tratado de 1934, al rechazar formalmente el derecho a la injerencia militar, dejó en vigor la presencia de la base naval norteamericana en Guantánamo sin dar ninguna fecha sobre su retirada.