"Para mediados de siglo, instamos a que se logre una completa descarbonización (eliminación de las emisiones humanas de carbono), y por ello hacen falta modificaciones en el estilo de vida, de consumo y producción", dijo Inzaurraga.
El "Llamamiento de la Iglesia a la Cumbre sobre Cambio Climático" incluye 10 propuestas basadas en la encíclica del papa Francisco "Laudato si" sobre ambiente y fue firmado por las conferencias episcopales de cada continente y de los principales países del mundo.
"Es una enorme preocupación el deterioro del medio ambiente porque afecta a los más vulnerables", explicó Inzaurraga.
El documento ya está en manos de María Fabiana Loguzzo, directora general de Asuntos Ambientales del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, que participará en la 21 Conferencia de las Partes del Convenio Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), a celebrarse en París entre el 30 de noviembre y el 11 de diciembre.
Una de las propuestas invita a considerar los aspectos técnicos, éticos y morales que conllevan los cambios bruscos de los últimos tiempos y sus efectos sobre el clima.
La Iglesia también sugiere reconocer que el clima y la atmósfera son bienes globales comunes y acordar un convenio mundial justo.
"Justo quiere decir que ayude a generar estas transformaciones y tenga en cuenta los derechos humanos de todos, incluidos los pueblos originarios, indígenas, las mujeres, los jóvenes, los niños y los trabajadores", explicó el presidente de la Comisión Nacional de Justicia y Paz de la Conferencia Episcopal Argentina.
Si todos los bienes son globales para ser usados por todos, "tenemos que tener en cuenta a todos", señaló.
Las conferencias episcopales invitan a su vez a explorar nuevos modelos de desarrollo y estilos de vida.
El cambio climático no solo es un asunto técnico, moral y ético, sino que tiene consecuencias sociales, afirman.
Su combate "ayudaría a combatir la desigualdad y ayudaría a los pobres a salir de la pobreza", añadió Inzaurraga.
La jerarquía católica observa que los grandes problemas globales afectan a las poblaciones más vulnerables y más frágiles.
Además se debe garantizar el acceso de todos al agua y a la tierra, para que se puedan consolidar sistemas alimentarios sostenibles, que prioricen soluciones impulsadas por las mismas personas, es decir, por las comunidades locales, arguye el documento.
El presidente de la comisión destacó a su vez la necesidad de dar participación a las poblaciones más pobres.
"Hay que garantizar que los acuerdos tengan en sí mismos un proceso de adaptación a la vida inmediata", sostuvo.
Esos objetivos requieren gradualidad, según el estado inicial de cada país y según sus posibilidades, por lo que se invoca a la solidaridad de los países con más recursos y su compromiso con aquellos que tienen menos.
"Esos pactos pueden ser celebrados por países más grandes, que tienen mayor tecnología y recursos", añadió.
Retos de Argentina
Los desafíos que enfrenta Argentina están relacionados con la manera en que se producen sus bienes agropecuarios e industriales, reflexionó Inzaurraga.
Aunque hay más conciencia del cuidado del ambiente, hay que trabajar en reducir sistemáticamente los desechos, en el mayor uso de energías renovables y en avanzar en una mejor preparación de la basura y el reciclado, estimó.
"Hay mucho camino por recorrer y hay posibilidades de aportar a mejorar el cambio climático, que nos afecta a todos", concluyó Inzaurraga.
La COP21 tiene como objetivo la adopción de un acuerdo mundial obligatorio para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero.