Vestida de riguroso blanco y adornada con la faja presidencial verde y amarilla, la presidenta Dilma Rousseff acudió al desfile acompañada del vicepresidente, Michel Temer, el gobernador del Distrito Federal de Brasília, Rodrigo Rollemberg, y el ministro de Defensa de Brasil, Jaques Wagner, uno de los miembros históricos del Partido de los Trabajadores (PT).
Entre los asistentes al desfile, los gritos de "Dilma, Dilma" ganaron protagonismo probablemente relacionados por el llamamiento a sus militantes del PT que en los últimos días realizó una campaña para convertir el Día de la Indepencia de Brasil en "el momento idóneo para apoyar al Gobierno, Dilma y Lula, y defender la democracia y el pueblo brasileño contra los intentos de un golpe", señaló en nota oficial la agencia de noticias del partido.
A pesar de los elevados costes de organizar un desfile de estas características, el gobierno de Rousseff redujo en un 30 por ciento los gastos del mismo respecto a 2014 pasando de un presupuesto de 1,2 millones de reales a tan solo 830.000 reales (216.000 dólares estadounidenses), una cifra realmente económica si se tiene en cuenta la instalación de gradas, tribunas, baños químicos, etc. que deberán atender a 20.000 personas.
No obstante, el clima festivo vivido en Brasília no pudo ocultar la presencia de un grupo de manifestantes del Movimiento Resistencia Popular y contrarios al Gobierno de Dilma Rousseff que quisieron boicotear el desfile mediante la colocación en las proximidades de muñecos hinchable gigantes representando a Rousseff y al expresidente Lula da Silva, este último vestido con un traje de presidiario.