Así lo dejó entrever en sus comentarios durante la reunión del pasado miércoles con los senadores del Partido de los Trabajadores (PT) en el Palacio de Planalto de Brasília, sede de la Presidencia, cuando los senadores reclamaron un mayor esfuerzo para liberar a los trabajadores, la base electoral de PT, del enorme esfuerzo fiscal en 2015.
"Insistimos que esas medidas eran importantes, que pensamos que deben hacerse algunos ajustes sobre quien tiene mayor renta en la sociedad, ya sea a través de impuestos o de otras medidas", confirmó este viernes al diario Folha de Sao Paulo la senadora del PT Gleisi Hoffmann.
El Impuesto de las Grandes Fortunas en Brasil (IGF) es un viejo debate en uno de los países con mayor desigualdad del mundo y el único de los 7 impuestos recogidos por la Constitución de 1988 que todavía no ha sido reglamentado y aprobado en el Congreso Nacional.
Ya en el año 2000, el expresidente Fernando Henrique Cardoso presentó un proyecto de ley para imponer un tributo de entre el 0,3% y el 1% a aquellas fortunas que superasen 6,8 millones de reales (2,4 millones de dólares), sin embargo, el proyecto jamás resultó aprobado.
La diputada Luciana Genro del Partido Socialismo y Libertad (PSOL), extrema izquierda en Brasil, intentó un plan mucho más agresivo en 2008 que proponía un impuesto de entre el 1% y el 5% a las fortunas de más de 2 millones de reales (690.000 dólares), que fue contestado por un tímido programa del PT que ni siquiera llegó a tomar forma.
Solamente en 2014 Brasil aumentó en 200 personas la lista de los multimillonarios es decir, de personas con un patrimonio mayor a 50 millones de dólares, que según el banco Credit Suisse forman un selecto grupo de 1.900 personas en todo Brasil, menos del 0,1% de la población.