La votación de los delegados para nominar a un nuevo presidente se basa en los resultados de las elecciones del 3 de noviembre. El demócrata, Joe Biden, tiene la mayoría, pero el presidente en funciones, Donald Trump, no reconoce la derrota, alegando que hubo un fraude generalizado.
Un grupo de republicanos del Congreso ha prometido poner en tela de juicio los resultados de los comicios durante una reunión conjunta de ambas Cámaras el 6 de enero, cuando las Сámaras del Congreso deben aprobar los resultados de la votación electoral. Los republicanos están en contra de aprobar los resultados en cinco estados en disputa, donde Biden ganó por un estrecho margen (Pennsylvania, Michigan, Georgia, Arizona y Nevada).
Estas controversias suelen surgir debido a la naturaleza arcaica del sistema electoral estadounidense, opina Yuri Rogulev, director de la Fundación Roosevelt de Estudios Estadounidenses de la Universidad Estatal de Moscú. Se nota especialmente cuando hay una diferencia entre los resultados de la votación de los ciudadanos y la votación de los estados, representados por el Colegio Electoral."No hay una proporcionalidad directa aquí. Aunque se supone que los electores votan de la misma manera que los votantes, pero debido al sistema mayoritario, la persona que obtiene el 50% más un voto en cualquier estado obtiene todos los votos electorales de ese estado. Por eso hay una discrepancia. Y resulta que la persona que obtiene más votos populares no se convierte en presidente, la persona que obtiene más votos electorales se convierte en presidente", recordó el politólogo.
Esta contradicción es arcaica e inconveniente, asegura Rogulev, pero persiste en EEUU. Un sistema de votación en dos etapas da más peso a los estados más pequeños y menos poblados.
"No son California y Texas, como estados densamente poblados, quienes desempeñan un papel importante en estas elecciones, sino Georgia, Pensilvania y Michigan. No son los estados más grandes, pero son aquellos donde la lucha es más feroz", destaca Rogulev.
Los electores llenan sus boletas, luego son selladas y enviadas a Washington, donde el 6 de enero, en una sesión conjunta de ambas Cámaras del Congreso, el vicepresidente, Michael Pence, que también es el presidente del Senado, abrirá esos sobres y anunciará los resultados finales de la votación.
"No obstante, aquí también puede haber una trampa. Algunos de los legisladores podrían expresar su protesta [contra los resultados de los comicios], y entonces habrá una votación separada sobre estos resultados [de las dos Cámaras]", explica el experto.
Aunque todo debería terminar el 6 de enero, los republicanos aún son capaces de ponernos nerviosos, cree Rogulev. En su opinión, la situación no va a cambiar y el 20 de enero Joe Biden será investido.
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