El accidente tuvo lugar cuando el avión volaba a una altura de unos 7.600 metros, según comunica el medio Defence News.
Tras la avería, la temperatura dentro de la aeronave bajó hasta —30 grados. Al mismo tiempo, la cabina llenó de niebla, y se formó una capa de hielo sobre el panel de control, así que los pilotos quedaron completamente ciegos y ya no podían controlar el vuelo.
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No obstante, la tripulación logró regresar a la Estación Aérea Naval Whidbey Island y aterrizar utilizando un reloj inteligente y atendiendo a las instrucciones de los controladores aéreos.
Los tripulantes sufrieron ampollas y otros síntomas de congelación grave.