En el marco de las últimas escaladas en Siria —el derribo de un avión israelí y los ataques aéreos posteriores, así como el avance de Turquía contra los kurdos—, el riesgo de una guerra con múltiples frentes ha aumentado, destaca Pillar en su artículo para The National Interest.
Mientras la mayoría de los 'enemigos' de Israel, como el movimiento Hizbulá, se dan cuenta de la supremacía militar del Estado judío y por eso apenas busquen un enfrentamiento directo, el propio Tel-Aviv tiene varias razones para considerar una escalada militar, según el autor.
En particular, una guerra con Hizbulá podría persuadir a los aliados de Israel de tomar una posición más hostil hacia Irán. Además, una crisis militar externa podría aliviar la situación para el primer ministro Benjamín Netanyahu, bajo sospechas de corrupción.
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La segunda variante supone un enfrentamiento directo entre las fuerzas auxiliares de EEUU, o incluso las propias tropas de Washington, con los militares turcos.Los estadounidenses ven a los kurdos como una fuerza eficaz contra los terroristas y también su plataforma en el norte de Siria mientras Ankara sospecha de los kurdos sirios de apoyar la insurrección kurda en la propia Turquía.
"Es poco probable que Ankara ceda en este asunto", valora el analista.
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Los terroristas perdieron casi todos sus territorios en Siria y volvieron a ser una organización terrorista 'convencional', de carácter internacional y con tácticas asociadas con este modo de operar. La presencia militar ya no contribuye al progreso: se requieren otras tácticas antiterroristas.
En cuanto a Damasco, es el ganador del conflicto interno. La oposición siria "está dividida y es ineficaz", y ya no hay posibilidades que se impongan sobre Bashar Asad apoyado por Rusia e Irán.
En esta situación lo que hace EEUU al controlar una parte de Siria mediante las tropas auxiliares o directamente, parece reflejar de lo que se suele acusar a Rusia por su supuesta implicación en el este de Ucrania, compara Pillar.A su vez, Siria mantuvo lazos estrechos con Moscú y Teherán durante décadas, incluido el apoyo militar.
Al mismo tiempo, Israel no ha vivido ataques desde Siria en su contra a pesar de ocupar una parte del país árabe. Así que las preocupaciones de Tel-Aviv por su seguridad parecen exageradas.
"Para lograr una distensión, EEUU debería poner fin a sus intentos de mantener un trozo de Siria bajo su control. Eso no tiene sentido desde el punto de vista de combatir el terrorismo o de prevenir una escalada. Lo que sí debería hacer, es apostar por una diplomacia seria, inclusiva y multilateral", sugiere el autor.Damasco, Moscú y Teherán tienen posturas inamovibles en cuanto a sus intereses esenciales en Siria, pero en otros asuntos su posición sería más flexible. Un proceso negociador podría llevar a una solución que tranquilizara los miedos de Israel o Turquía, concluye.
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