El tratado, suscrito en Washington en enero de este año, reconoce "la vigencia del marco jurídico existente en materia de yacimientos transfronterizos de hidrocarburos" en el Golfo de México, que ambos países comparten con Cuba, señaló el Senado en un comunicado.
Respecto al tema de los yacimientos transfronterizos de hidrocarburos, el Senado formalizó el vínculo del mencionado Tratado con el Acuerdo relativo a los Yacimientos Transfronterizos de Hidrocarburos en el Golfo de México, suscrito el 20 de febrero de 2012 entre México y EEUU.
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El límite de la plataforma continental se determinó mediante la identificación de "puntos equidistantes intermedios entre el último punto de las fronteras existentes y el punto triple de la frontera entre Cuba, México y EEUU", explica el reporte legislativo.
El trazo de la frontera
La línea divisoria pactada estará determinada mediante las "líneas geodésicas" conectadas con las coordenadas que se señalan en ese instrumento de medición.
El pacto asegura "la uniformidad en la medición de las coordenadas, incluyendo la transformación del punto relevante de la delimitación de la Zona Económica Exclusiva entre ambos países", que está prevista desde hace tres décadas en un tratado firmado en 1978.
El acuerdo firmado en 1978 por ambas naciones estableció en el Océano Pacífico la frontera marítima hasta la anchura de 200 millas marinas.
En el Golfo de México, la frontera sólo se estableció en los tramos de la zona económica exclusiva, donde se hubieran empalmado por haber menos de 400 millas náuticas entre las costas de los dos países.
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El pacto dejó pendientes dos zonas llamadas "Polígono Occidental" y "Polígono Oriental", cuyas aguas forman parte de alta mar, y que, conforme al Derecho Internacional actual, es susceptible de reivindicación por los dos Estados ribereños.
Pero la delimitación del Polígono Oriental debía de tener en cuenta la vecindad con Cuba.
Esa zona fue formada en las negociaciones de los tratados bilaterales de delimitación, celebrados por México, EEUU y Cuba en los 70.
El lado estadounidense de las aguas profundas del Golfo de México ha sido extensamente explotado por compañías petroleras.
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México solo comenzó a implementar una reforma energética, en 2015, que permitió la inversión extranjera y privada para explotar los hidrocarburos que se encuentran bajo el lecho marino de sus aguas territoriales y que requieren elevadas inversiones y tecnología de punta.
