La Casa Blanca ha abandonado toda esperanza de ponerse de acuerdo con el Congreso de EEUU y aplicar una política coordinada, opina el periodista ruso Ignat Kalinin.
Los cambios son posibles solo en caso de que estos sean respaldados por dos tercios de los senadores y congresistas de EEUU.
Antes de ocupar el cargo de presidente, Donald Trump —al igual que su antecesor, Barack Obama— prometió que todo iba a cambiar.
Esa fue la razón por la que ambos ganaron en las elecciones presidenciales.
"Cuando Trump inesperadamente se convirtió en presidente se tropezó con el problema de la necesidad de entretejer complicidades con el Congreso", escribe Ignat Kalinin, en su artículo para Gazeta.
Para poder resolver este problema, el presidente tomó la decisión de designar a Reince Priebus como jefe de Gabinete de la Casa Blanca —que de facto suponía ser la mano derecha de Trump—.
"Tras la aprobación del proyecto de ley sobre las sanciones, el Congreso de EEUU prácticamente declaró al presidente un ultimátum, con lo cual también limitó su libertad de maniobra en el ámbito de la política exterior", escribe Kalinin.
Además, a finales de la pasada semana, fracasó el intento de aprobar la ley sanitaria impulsada por Trump que aspiraba a sustituir la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible, conocida como Obamacare.
"Estos dos duros reveses contra Trump le han hecho abandonar sus ilusiones de que siendo un 'outsider' de Washington podría alcanzar algún tipo de entendimiento con el 'establishment' político de EEUU".
Sin embargo, es posible que Trump consiga vencer al sistema sin negociar con él, tal y como trató de hacer su antecesor.
"Si el intento de Obama de actuar utilizando zanahorias fracasó… ¿por qué Trump no podría probar con garrotes?", se pregunta el periodista.
Lea más: "Esquizofrenia política": el Kremlin hace un diagnóstico de la situación en EEUU