La mayoría de los convictos ejerce trabajos de baja cualificación y obtiene menos de un dólar por hora sin adquirir habilidades que los ayuden a labrarse una carrera después de su liberación, escribe Idelia Aiziatúlova para Gazeta.ru.
El volumen de ventas de estos productos en el año fiscal 2016 superó los 500 millones de dólares, según los datos de The Economist. A pesar del salario de 90 centavos por hora, no se reduce el número de los que quieren participar en el FPI, dado que en la cocina de prisión se gana un sueldo estándar de entre 12 y 40 centavos por hora.
Los críticos de este sistema han hablado durante muchos años sobre la inmoralidad del hecho de que uno gana dinero mientras está cumpliendo un castigo. El fiscal general de Estados Unidos, Jeff Sessions, causó una gran sensación en la prensa al abolir la política de reducción del volumen de la cooperación del Estado con las prisiones privadas, lo que significa un fuerte aumento de los ingresos del sistema penitenciario en el Gobierno de Donald Trump.
La principal justificación para el uso de mano de obra que está en prisión es que el trabajo les permite obtener las habilidades demandadas en el mercado para encontrar trabajo al cumplir su condena y no reincidir en los crímenes. No obstante, Heather Thompson, de la Universidad de Michigan, subraya que "el uso del trabajo penitenciario ni siquiera contempla la idea de la rehabilitación. Las operaciones de fabricación más simples que llevan a cabo por una miseria la mayoría de los presos ya no se demandan en el país".