La Ley de Autorización de Defensa Nacional de EEUU para el año fiscal 2017, que establece el presupuesto del sector militar del país, contiene dos disposiciones que potencialmente podrían acarrear consecuencias importantes, según el medio.
Así, los autores del documento describen el sistema de defensa antimisiles de EEUU como "limitado", debido a su capacidad de "frustrar solo ataques a pequeña escala provenientes de países que no son superpotencias, como Corea del Norte e Irán". Por lo tanto, la segunda disposición indica que el Pentágono debe iniciar "investigación, desarrollo, prueba y evaluación" de sistemas espaciales para la defensa antimisiles.
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Firmando el documento, Obama expresó su crítica acerca de la estructura del comando de seguridad cibernética y los límites de la licencia administrativa de los empleados, pero no mencionó los cambios en la política de defensa nuclear.
No obstante, científicos indicaron que la idea de unos sistemas de defensa desplegados en el espacio para prevenir ataques nucleares es una fantasía.
"Desafía las leyes de la física y no se basa en ninguna ciencia", apuntó L. David Montague, presidente jubilado del centro del desarrollo los sistemas de misiles para la compañía Lockheed y miembro de la Academia Nacional de Ciencias.
El congresista republicano, Trent Franks, quien introdujo y supervisó los cambios de la política en la Cámara, confesó haberse inspirado en la Iniciativa de Defensa Estratégica del expresidente de EEUU, Ronald Reagan, de los años 80. El plan de Reagan pretendía usar láseres y otros armamentos espaciales para hacer las armas nucleares enemigas "impotentes y obsoletas". El proyecto, conocido como Star Wars, costó 30.000 millones de dólares a los contribuyentes, pero ningún sistema fue implementado.
Un estudio de 2012 de la Academia Nacional, concluyó que la puesta en marcha de un sistema básico, basado en el espacio, tendrá un precio de aproximadamente 200.000 millones de dólares, mientras que su operación y mantenimiento en los años siguientes requerirá cientos de miles de millones más. No obstante, según respondió Franks, la seguridad nacional "no tiene precio".
Philip E. Coyle III, exsecretario adjunto de defensa que encabezó la oficina del Pentágono responsable de probar y evaluar los sistemas de armas, calificó la idea de Franks de "una farsa".
"Creo que fue un error imponer una política de defensa antimisiles mal pensada, inasequible e irrealista, incluyendo los planes de la disuasión de ataques nucleares basada en el espacio", argumentó Jim Cooper, congresista demócrata de Tennessee.
No obstante, ni Cooper, ni ningún otro demócrata de la Cámara votó en contra la aprobación de la ley.