El 20 de septiembre en la ciudad norteamericana de Charlotte, oficiales de Policía mataron a tiros a un afroamericano de 43 años, Keith Lamont Scott, después de que "rechazara obedecer a las órdenes de los policías".
Bajo la presión de la sociedad, la policía aceptó publicar dos vídeos en los que aparecen Scott y los oficiales. La publicación provocó aún más controversia ya que, según la grabación, resulta que Scott no llevaba armas de fuego.
El primer vídeo —grabado por una cámara al cuerpo— no incluye el momento del mismo baleado, sin embargo, en el fin del vídeo se puede ver a Scott herido en el suelo y ya sin movimiento. La grabación no incluye sonido antes de ese momento.
En el segundo vídeo, grabado por una cámara dentro de un carro, Scott camina hacia atrás de su coche cuando le disparan a él.
Una fuente de la policía local sostuvo que la víctima rechazó obedecer las órdenes de los oficiales y, además, tenía un arma de fuego, aunque ninguno de los vídeos muestra a Scott apuntando con un arma a los policías.
"El oficial Vinson percibió las acciones y movimientos de Sr. Scott como una amenaza física inminente para él y otros oficiales. El oficial Vinson disparó con su arma de servicio acertando en el Sr. Scott", declaró el departamento de Policía.
La familia del fallecido por su parte, afirma que él no tenía armas de fuego y había tomado un fármaco ya que sufría una lesión cerebral traumática. Los familiares alegan también que antes de ser baleado, Scott estaba en su carro leyendo un libro.
"Lo que sabemos es que en el momento en que el Sr. Scott es baleado, él no se está moviendo agresivamente hacia las fuerzas de seguridad, sino hace lo contrario — sale del coche y camina hacia atrás. Está retrocediendo pasivamente", dijo el abogado de la familia Scott, Justin Bamberg.
Tras las noticias sobre el asesinato del afroamericano, la ciudad se sumergió en una ola de disturbios. La Guardia Nacional entró en la localidad para mantener el orden, por lo que 44 personas han sido arrestadas y uno de los protestantes fue baleado y luego murió en el hospital.
Las dos noches siguientes han pasado en paz, sin violencia y sin daños a la propiedad.
Pero, de hecho, el controvertido incidente prueba que la violencia policial no está decreciendo y sigue siendo un problema acuciante en la sociedad norteamericana.
