"El cambio climático es real y tenemos que actuar ya", afirmó Clinton, quien a continuación explicó que aspira a que EEUU produzca mediante fuentes limpias el 33% de la electricidad que consume antes de 2027, lo que comprende la práctica totalidad de la energía utilizada en los hogares del país, así como un incremento del uso de la energía solar cercano al 700% antes del 2025.
Clinton también pretende que al final de su primer mandato estén en funcionamiento más de 500 millones de paneles solares a lo largo del país, objetivo que comentaristas como Josh Voorhees, de la revista Slate, considera "necesario" para aplacar a "los halcones contra el cambio climático", que desconfían de Clinton, aunque no ha explicado "cómo piensa implementarlo".
Entre los objetivos del plan figura la creación de un sistema de ayudas públicas para incentivar a los estados a fomentar las energías renovables más allá de las exigencias del Gobierno federal, así como prolongar las exenciones fiscales a los productores de energía solar y eólica y generosas ayudas a la investigación científica y la mejora de las tecnologías existentes.
Clinton evitó explicar su postura sobre el oleoducto Keystone, que transportará ingentes cantidades de petróleo desde Canadá hasta el Golfo de México y sobre sus vínculos con la industria minera canadiense, que fueron importantes contribuyentes tanto a la campaña de la candidata como a la de su marido Bill Clinton, expresidente de Estados Unidos.